El ciudadano de a pie pensaría que el “www” es un ciberespacio indefinido e irreal, una malla intangible de neuronas virtuales que no están en ninguna parte pero envuelven el planeta con una tela de araña tan sutil como las fuerzas centrales del universo. Pero si uno lo piensa bien, Internet es real: tecleamos en un aparato eléctrico que está conectado a la línea telefónica y ésta lleva el envío a cualquier sitio del mundo donde haya línea telefónica, incluso se puede transmitir sin hilos vía satélite.
En la Cumbre Mundial sobre Sociedad de Información que se ha celebrado en Túnez, varios países pidieron participar en el control de Internet: Estados Unidos se negó, pero al menos quedó claro que la red está controlada por ICANN (Internet Corporation of Asigned Names and Numbers), que tiene sede en California, es una empresa privada con fines no lucrativos a la cual el Gobierno americano delegó la gestión de la red. Esta empresa que controla los dominios y direcciones de Internet también alberga los computadores centrales que mantienen la red en marcha.
A partir de aquí sí que se nos aparecen visiones como de película de James Bond: en el interior de ICANN se puede estar urdiendo el control del mundo y por lo mismo todavía vale la inquietante pregunta que ya se hacían los ciudadanos romanos: ¿quién custodia a los vigilantes, quién vigila a la policía? “Asuntos Internos” según las películas, pero en la realidad todo está mucho más repartido e incluso nebuloso y embrollado.
La red está en manos de ICANN, que asigna direcciones, esto está claro; para mí la cuestión clave es: el contenido de los mensajes, los e-mails que estamos enviando ¿son libres o se pueden censurar desde los ordenadores centrales?, ¿sucede como en los teléfonos móviles, que se pueden enviar mensajes, difundiendo consignas políticas capaces de movilizar masas y cambiar el resultado de unas elecciones?
La censura ha cambiado de medios a los largo de la historia según cambiaba el soporte técnico de la información que se quería suprimir: primero se cortaba la lengua, luego se quemaron libros —algunas veces con autor incluido—, en el cine se cortaban escenas que no interesaban al régimen o a la Iglesia, en la radio o televisión aparecen sólo los que la dirección permite. En teoría hay libertad de expresión, pero en la práctica se buscan modos de impedir el acceso a los medios de información. Así las cosas, ¿se ejerce censura en Internet, o bien el medio es el mensaje, como dijo McLuhan y la propia existencia de Internet ya basta?
No lo sabemos. Seducidos por la metáfora de una malla intangible de conexiones inmediatas, atribuimos a la red una transparencia que quizás no tiene. Ahora sabemos que existe una empresa “sin ánimo de lucro” que controla Internet desde California. Lo cual tampoco resulta extraño, porque, de hecho, Internet surgió en EEUU, probablemente en California, entre unos profesores de Universidad que hallaron la manera de comunicarse datos más aprisa.
Luis Racionero
jueves, diciembre 01, 2005
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